José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

domingo, septiembre 27, 2015

Tercera carta a la Comunidad de la UASB


Ese pequeño género humano, doscientos años después, está signado por la diversidad que encontramos en la luminosidad del arcoíris


En los exteriores de la UASB, junto al edificio Manuela Sáenz, está una estatua de Simón Bolívar sentado en un poyo largo, de piedra vista. Se trata de un monumento en tamaño natural que tiene la virtud de convertir en un personaje cotidiano a quien le debemos la conducción del proceso libertario de la región. Su particularidad es que, a contramano de la iconografía escolar, Bolívar viste de civil como un símbolo de aquel republicanismo que postuló desde la Carta de Jamaica, en tanto Estadista fundacional de nuestra América.
El Bolívar de civil de la UASB es la memoria del pensamiento latinoamericano que se hermana con las formulaciones de José Martí en su ensayo Nuestra América, publicado en enero de 1891. Ese bronce de Bolívar se complementa con una frase tomada de la Carta de Jamaica: “Somos un pequeño género humano”.  La cita completa es la siguiente: “Nosotros somos un pequeño género humano: poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias aunque en cierto modo ya viejo en los usos de la sociedad civil”. Y ese pequeño género humano, doscientos años después, está signado por la diversidad que encontramos en la luminosidad del arcoíris. Celebrar el rito de la foto junto al ciudadano Bolívar es celebrar a la UASB como un centro académico que contribuye, desde la libertad de cátedra, el pensamiento crítico y las prácticas interculturales, a los pueblos de la región.
Y es que el principio rector de un centro académico es la libertad de cátedra y la responsabilidad ética en la docencia y la investigación. La cátedra no puede ser el pretexto para el adoctrinamiento pues aquello constituye un abuso por parte del docente. La cátedra es el espacio que propugna el debate académico en torno a los diferentes saberes, es el espacio que impulsa la investigación desde los postulados críticos que se modifican cuando los hechos de la realidad son superiores a las hipótesis de trabajo.
Por ello es necesario una universidad en la que el concepto de autonomía no sea confundido con el de autarquía. Es fundamental, por tanto, preservar a la universidad de los avatares de la política cotidiana puesto que, para el desarrollo del pensamiento científico, la universidad tiene que ser tan independiente de los gobiernos como de los usos partidistas por parte de sus autoridades. La autonomía, y más la de un organismo internacional, es un privilegio otorgado por los Estados para que la institución esté al servicio de la sociedad, pensando la integración regional.
De ahí que, una universidad crítica sea también un espacio para el debate plural y, por supuesto, un lugar que genera aportes que planteen alternativas a los problemas sociales, institucionales, de cooperación Sur-Sur, etc., de la región. Por encima de las militancias partidistas de sus miembros, la universidad construye un arcoíris de ideas y no los garrotes de los sectarios. En este sentido, la universidad tiene como primera tarea el diseño de mecanismos tendientes a democratizar el acceso a ella de los estudiantes de la región y la multiplicación de la oferta académica, optimizando los recursos y especializando en diferentes áreas del conocimiento a las distintas sedes nacionales.
Finalmente, vale destacar y ratificar específicamente que el fortalecimiento institucional de la universidad pasa por el respeto a la estabilidad laboral del personal docente, administrativo y de servicio que ha contribuido a la vida de la comunidad universitaria. Nada tan necesario como la diversidad de pensamiento, nada tan indispensable como la libertad para manifestarse de cada uno de los miembros de la comunidad, nada tan humano como la tranquilidad de las familias mediante la afirmación de la seguridad de su espacio de trabajo.
Simón Bolívar fue un soñador y un visionario que, venciendo todas las dificultades que se le presentaron, hizo realidad sus sueños de Libertador, aunque no pudo concretar la unidad de nuestras repúblicas. Bolívar señaló en la Carta de Jamaica que lo que nos ayudaría en esos momentos a expulsar a los españoles y a fundar un gobierno libre era la unión: "mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos".
Los monumentos son apenas un símbolo para que las personas de hoy honremos la vida y la memoria de quienes trabajaron por un mundo mejor. Seguir cimentando una universidad comprometida con la libertad de cátedra, el amor al conocimiento y la unidad regional en la diversidad y en lo intercultural, es también trabajar por los sueños libertarios de Bolívar.
Fraternalmente,
Raúl




Raúl Vallejo es docente del Área de Letras y Estudios Culturales de la UASB, sede Ecuador. En esta foto junto a la estatua de Bolívar en el recibidor del edificio Olmedo. Recientemente tuvo a su cargo la edición y el estudio introductorio de un libro facsimilar y bilingüe de la Carta de Jamaica, con motivo de los 200 años de la misma. La publicación fue auspiciada por el Parlamento Andino y la Embajada de Ecuador en Colombia. Asimismo, fue quien tuvo a su cargo el estudio introductorio, la cronología, la selección de cartas y el cuidado del texto de la primera edición en España de La victoria de Junín. Canto a Bolívar, el poema fundacional de nuestra épica de José Joaquín Olmedo, publicada por Ediciones Doce Calles, de Madrid, y la UASB.

jueves, septiembre 24, 2015

Segunda carta a la Comunidad de la UASB



             
           Testudo es el pequeño dios de los estudiantes de la Universidad de Maryland, en College Park, y reposa sobre un pedestal de piedra, al frente la biblioteca McKeldin. Basta con frotarle la nariz para que uno salga bien en el examen, termine el trabajo dentro del plazo establecido, o encuentre la referencia bibliográfica de una cita necesaria pero que no se sabe de dónde salió. Basta contribuir a la brillantez del bronce de la nariz de esa amable tortuga, o terrapin, para que la tesis avance algunos párrafos durante esas noches de cafetera y computadora de pantalla de luna llena. Al término de mi M.A. —que cursé en Maryland con una beca Fulbright – Laspau— rendí ofrenda a esa mítica mascota como todo estudiante de posgrado que hace de la biblioteca de su universidad su cabaña decorada con libros.
            Una institución educativa está pensada para los estudiantes y, al mismo tiempo, se construye con el trabajo docente y la investigación. Por ello, la biblioteca y los fondos que albergue son parte de un corazón que no deja de palpitar. Hay que fortalecer lo que la UASB ha logrado hasta hoy en este aspecto e invertir con ahínco en equipos de investigación interdisciplinaria con mayor participación del estudiantado: proyectos de mediano y largo aliento en los que docentes y estudiantes trabajen en equipo descubriendo, siempre con rigor metodológico, los elementos fácticos que contribuyan a un análisis más exacto y menos especulativo de la realidad          
Obviamente, hay que generar las mejores condiciones para el estudio. Nuestra universidad tiene unas instalaciones funcionales y cómodas, y muy buenos programas de becas. Fortalecerlos y considerar que un estudiante de posgrado también requiere de participar en eventos ligados a su campo de estudio. Para ello, la universidad debe potenciar el fondo destinado a que nuestros estudiantes, al igual que los docentes, desarrollen fructíferos intercambios académicos. Las estancias de investigación en otras universidades son fundamentales para profundizar la mirada y la incorporación de nuevas experiencias académicas y, también, culturales. Aquí recibimos a muchos estudiantes de la comunidad andina y de otros países, y nuestros alumnos ecuatorianos se han enriquecido con su amistad, compañerismo y ganas de conocernos y re-conocernos entre todos. Es sorprendente cómo muchos de ellos, por ejemplo, se admiran del bello patrimonio de la ciudad de Quito; solo allí tienen una gran lección de historia, y la universidad ha sido el centro que organiza sus vidas en paralelo a nuestra realidad social. Lo mismo debe pasar con los estudiantes ecuatorianos que logren, por sus méritos, estudios o estancias fuera del país.
Las alianzas con otras universidades, en este sentido, redundan en una perspectiva más amplia del trabajo académico, tanto de estudiantes como de docentes. Multiplicar las alianzas, colaborar de mejor y mayor manera con las instituciones de la región. Tenemos un muy buen posicionamiento y debemos partir de él para lograr que la categoría de lo andino atraviese, como lo hace la cordillera, el territorio de la América del sur. Así construiremos una red universitaria y procesos de certificación e indexación de características propias y soberanas.
Lo maravilloso de enseñar es que uno siempre está aprendiendo. Y para mí ha sido y seguirá siendo una actividad fascinante. El campo de la experticia de un académico reverdece en la medida en que el aula se convierte en el florecimiento de los saberes. Recuerdo con gran complacencia que cuando fui Ministro de Educación —en distintos períodos— seguí dictando clases en la universidad por fidelidad a una vocación que es más que un ejercicio formal de alguna profesión: es una pasión. La pasión del saber: enseñar, aprender, descubrir, crear.
Yo me entusiasmé con la literatura del siglo diecinueve gracias a mi maestro Jorge Aguilar–Mora, en Maryland; después, seguí estudiando el mismo período mientras impartía los cursos correspondientes en la UASB: cada grupo de estudiantes me enseñó un punto de vista diferente sobre los textos literarios del siglo diecinueve, me motivó a investigar mejor y más profundamente el asunto, me renovó constantemente las líneas de análisis sobre los textos canónicos. Al final, concluyendo mi doctorado, mi tesis Héroes, amantes y cantautores de la patria. Románticos del siglo XIX en nuestra América —que mereció cum laude en la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla—, fue un recorrido lleno de inesperados hallazgos por ese campo siempre verde del aprendizaje mientras uno enseña.
Tengo la alegría y el singular privilegio de compartir con mi hijo Sebastián algunos senderos del posgrado. Él hizo su primera maestría en la UASB, en Relaciones Internacionales, y, después de hacer una segunda maestría en la Universidad de Fordham, en Nueva York, con una beca Fulbright, está, en la actualidad, haciendo su PhD en la Universidad de Maryland. Y, como no puede ser de otra manera, él también se ha convertido en un devoto feligrés de Testudo 
Fraternalmente,
Raúl

< Raúl Vallejo, 1996






Sebastián Vallejo 2015 >